TODOS SON MIS MAESTROS Por:
Gloria Lucía Fernández
En un antiguo cuento letón, Kadri era un hada de
los bosques, un ser invisible que protegía el hogar de los aldeanos y soñaba
con entender qué era lo que hombres y mujeres llamaban amor, tristeza, alegría
u odio. Tanto lo deseaba, que Nigul, el Gran Espíritu que regía el bosque, le
concedió la oportunidad de nacer en una familia humana. Pero antes debía pasar
por la Caverna del Olvido, donde perdería la memoria de quién era y saludaría,
para después olvidarlas también, a las almas que la acompañarían en su
aventura. Mientras caminaba hacia el umbral que cruzaría para nacer a su vida
humana, Kadri recibió un abrazo de cada alma: "Yo seré tu madre, pequeña
Kadri, y te enseñaré el amor". "Y yo tu padre, y te enseñaré el
deber". "Yo seré tu amiga, Kadri, y conmigo aprenderás la
generosidad". "Yo te lastimaré y te haré sentir sola, y así te
enseñaré el perdón". Muchas almas hicieron pactos con Kadri y le
prometieron encontrarse de nuevo cuando ella estuviera de regreso con todo lo
que aprendería acerca de los sentimientos de los hombres.
Las antiguas historias guardan secretos profundos del espíritu
humano, y la de Kadri me ayudó a reflexionar acerca del papel que cumplen en
nuestra vida las personas con las que nos encontramos. Las que nos acompañan en
un tiempo, lugar y circunstancias determinadas, y luego se van. Las que están
cerca de nuestro corazón por muchos años. Los miembros de nuestra familia, con
los que guardamos una historia común y que a veces nos resultan verdaderos extraños.
Las personas con las que se nos dificulta establecer una buena conexión.
Todos los que me rodean son como espejos que reflejan lo que siento, pienso
y hago. Cada persona me muestra un aspecto de mí misma que sale a la luz en la
dinámica particular de la relación que nos une... o nos separa. Quien es
dominante me lleva a preguntarme qué hay en mí que responde, bien de manera
pasiva, bien mediante el enfrentamiento. El que demanda sin medida mi tiempo,
mi atención o mi afecto me ayuda a cuestionarme por qué me es difícil poner
límites, cuál es la razón por la que nunca puedo negarme a lo que se me pide.
Mis hijos me ayudan a conocer el amor sin condiciones. Mi pareja puede ser el
maestro que me enseñe a aceptar al otro tal como es. Con mis amigos descubro el
arte de silenciarme para escuchar mejor. El vecino molesto me muestra cuán
escasas son mis reservas de paciencia. Sea cual sea la emoción que los demás
despiertan en mí -amor, enojo, aversión, indiferencia, miedo, simpatía-,
siempre puedo examinarla para conocer más a fondo mi propio corazón.
Se dice que hemos venido al mundo a aprender. Yo,creo además que para
ese propósito estamos siempre donde y con quienes debemos estar. Por eso cuando
digo que todos son mis maestros incluyo a los que se relacionan conmigo en
formas que disfruto y aprecio, y a aquellos que me representan dificultades.
Todos me muestran una mirada particular del mundo que hace más amplia la mía.
Unos y otros, si decido verlo así, participan en mi vida con un propósito
de aprendizaje, crecimiento y transformación.
FELÍZ
DÍA DEL AMOR Y LA AMISTAD Septiembre 19 de 2013..
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